El do agudo final era siempre de la mamá, al ser estimulada ésta con un mordisco de mala leche materna. Dicho acento o contrapunto claramente dramático sería introducido sin éxito (para que nos vamos a engañar), en un ensayo de ópera post-antigua
Al cabo del tiempo, cuando empezó a toquetearse el violín, siguiendo el método braille, se aficionó a la música de cámara que como su nombre indica y algunos asienten, se solía ejecutar en estancias pequeñas y camas grandes por un trío o “ménage a trois”
También fue muy versado pues escribió en verso un libreto sin encuadernar, del género chico ya que él no era muy grande que digamos.
Entre sus obras de sobra cabe destacar la popular del genero tonto, titulada: “Al año que viene no me esperes que al igual no vengo”. En esta misma línea se sitúa su principal y más famosa obertura: “Anda y vete por ahí, que por aquí al igual tampoco te van a ver”.
Ninguna de las dos llegaron a estrenarse pero estuvieron a punto y aparte. Además tampoco se encontraron intérpretes, propiamente dichos, que se quisiesen lucir.
P.D. Por todo ello y por muchas cosas más, habrá que esperar varios lustros para una innegable reivindicación y reconocimiento expreso a este gran genio que dio siempre la nota.
Aporhilo un personaje peculiar que engancha al lector.
ResponderEliminarEspero mas relatos, felicidades.