martes, 21 de enero de 2014

"En cuarto menguante"

   Aporhilo nació por nacer, aunque de esto hace ya tiempo, descalzo de los dos pies y sin intenciones. Para más señas de identidad, cabría decir que luce a mitad del omoplato izquierdo, como antojo del azar, una aceituna rellena de rica anchoa.
   Comunicador telepático y cariesmático (cuatro caries).
   Madrugador. Siempre tuvo por costumbre levantarse un día antes, por lo que pudiese pasar, acostándose inexorablemente a las tres, a la voz de: ¡A la una, a las dos y a las …Zzzzzzzzzz !.
   En una noche de cuarto menguante se despertó sobresaltado por un cuerpo polimórfico cuya silueta, recortada en la penumbra, se deslizó hasta el cabecero de su cama y con voz ronca del más para allá, le susurró en uno de los oídos: “Serás afamado detective, a pesar de no tener gafas de recambio”.
   Con voluntad inalterable y acuciante de cumplir su destino se echó a la calle mas rápido que otras veces y como vivía cerca del cementerio no fue de extrañar que percibiese algo que no le olía nada bien (pestazo). En principio pensó, aunque pudo evitarlo, en alguien suelto y con apretón, pues había rinconcitos muy inspiradores al efecto. Tras pesquisas posteriores observó que los efluvios, casi obscenos, partían de una fosa compartida, por lo que sin perdida de mucho tiempo (el imprescindible para tomar unos churritos con chocolate), se acercó al juzgado de instrucción para pedir no sólo instrucciones, sino también la exhumación de uno de los cadáveres, que según libros apócrifos yacía mortus. Allí, en la antesala y porque así lo quiso el destino, se topó con la vecina del cuarto que compartían en el segundo. Era la amante secreta (secretaria) de Su Señoría con quien, a eso de las doce, hacía un receso para bastantear el filete que se daban.
   Gracias a su intervención fue analizado y diseccionado el presunto, a quien le extrajeron, con manos expertas, un cuchillo camuflado entre la costilla segunda y tercera empezando por atrás. También le hallaron una copa de anís del Mono con restos de botellón, por lo que al dar positivo a la prueba de alcoholemia (sin tener en cuenta la chapa de cerveza en el intestino delgado), le retiraron el carnet de conducir y, en cumplimiento de la ley escrita, le quitaron de la hernia inguinal los dos puntos que le quedaban.
   En diligencias previas, sin tomarle declaración y en base por altura (partido por dos) al derecho constitucional de guardar silencio, se tuvo su callada por respuesta. Es de justicia decir que se intentó, sin suerte alguna, interrogar a los difuntos no incinerados, pero lo que fundamental, evidente y a mayor abundamiento se obvió (por rotura de la cadena de custodia), fue el hecho de detectarse, mediante corte sagital, residuos de zanahoria dulce estimulada.
   Por todo ello, atendiendo a la especial naturaleza de los muertos, y vistos los preceptos legales no citados y demás de impertinente aplicación, en el semi fallo de la Sentencia, extralimitándose a la petición del Misterioso Fiscal se estimó, sin preámbulos, el típico asesinato en serie XL.
   Desde entonces, firme la sentencia, se acordó la búsqueda y captura del supuesto asesino, por si no hubiese ido a ninguna parte y siguiese suelto de atar. 

NOTA: Cualquier pista cotejada o careada con el interfecto (decía un Otrosí Digo) se gratificará en especies por el o la diputado/a de turno, según reparto.